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¡Qué ya estamos en el Reino!




“Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado” Colosenses 1:13 (LBLA)


No faltará quien se sorprenderá o tendrá reparos con el título de esta lección. La mayoría prejuiciados por su futurismo. Y es que de acuerdo a lo que la mayoría de nosotros aprendimos en la mayoría de las iglesias en las que estamos, o pertenecimos, es que el reino es un futuro milenio, que fue aplazado por Dios a causa de Israel haber rechazado su ofrecimiento hecho por Cristo. De acuerdo con esta enseñanza, en un futuro cercano, Dios raptará a la Iglesia del escenario terrenal, para mediante La Gran Tribulación lograr la conversión de todo el Israel étnico, y restaurarle el reino prometido. Y la sede de este reino será Jerusalén.

Es tal la fascinación lograda por esta enseñanza, que algunos, hasta niegan la posibilidad de otro reino en la actualidad, que no sea el de Satanás, el Príncipe de este mundo. Siendo esto así, imagínese, más que la sorpresa, la indignación que se podrá sentir cuando oigan a alguien decir que “ya estamos en el Reino”. ¡Cómo! ¡Si Cristo no ha regresado, si Israel no se ha convertido, y sigue bajo la amenaza y ataque de sus enemigos! ¡Al diablo con esa falsedad!


Bueno, si usted no cerró su mente o sus ojos a causa de su indignación al ver al título de esta lección, debe haber leído el versículo que está debajo: “Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado” – Colosenses 1:13 (LBLA). Pues, ni más, ni menos: ¡Ya estamos en el Reino! Por supuesto, que de ninguna manera estamos asumiendo que “ya todo se acabo” y que no hay razón para esperar la Segunda Venida de Cristo y la consumación de todo el plan perfecto de Dios. Lo que significa y queremos que se entienda bien, es que si sus creencias acerca del reino y del fin no son correctas, hay demasiadas cosas importantes en la Biblia que usted no podrá entender bien, para su propio mal.


Por ejemplo, el Sermón del Monte (Mateo 5-7) en el que teniendo Jesús como audiencia más cercana a sus discípulos, y siendo uno de los más extensos del registro bíblico, no tendría de mayor relevancia para la iglesia, porque tiene como foco primario a Israel y la justicia de la Ley.


Para demostrarlo, citamos a continuación a C. I. Scofield: "En este sentido, el Sermón de la Montaña es ley pura, y transfiere la ofensa del acto manifiesto al motivo. Mateo 5:21 ; Mateo 5:22 ; Mateo 5:27 ; Mateo 5:28. Aquí yace la razón más profunda por la que los judíos rechazaron el reino. Habían reducido la "justicia" a mero ceremonialismo, y la idea del Reino del Antiguo Testamento a un mero asunto de esplendor y poder exterior. Nunca fueron reprendidos por esperar un reino visible y poderoso, pero las palabras de los profetas deberían haberlos preparado para esperar también que solo los pobres en espíritu y los mansos podrían participar en él (p. ej., Isaías 11:4 ). El Salmo setenta y dos, que ellos recibieron universalmente como una descripción del reino, estaba lleno de esto. Por estas razones, el Sermón de la Montaña en su aplicación principal no otorga ni el privilegio ni el deber de la Iglesia. – Biblia Anotada de Scofield


Con esto, podría uno concluir que el Reino que Cristo vino a predicar y establecer es pura Ley antiguo testamentaria, carente de gracia y relevancia para la iglesia de Cristo, y cuyo principal foco de atención estaría centrado en la etnia judía, y postergado para un futuro reino milenario restituido a Israel. Y es que para estos selectivos intérpretes de la Biblia, el reino es Israel e Israel es el Reino.

Si tomamos en cuenta los siguientes datos: “La palabra ‘reino’ aparece aproximadamente 55 veces en Mateo, 20 veces en Marcos, 46 veces en Lucas y cinco veces en Juan. Cuando tomamos en cuenta el uso de la palabra en referencia a reinos seculares y la repetición de los dichos de Jesús en pasajes paralelos, la frase ‘reino de Dios’ y expresiones equivalentes (p. ej. ‘reino de los cielos’, ‘su reino’) aparecen aproximadamente 80 veces . . . Estas estadísticas subrayan la gran importancia del concepto en las enseñanzas de Jesús . . . No cabe duda, pues, que la frase ‘el reino de Dios’ expresa el tema principal de su enseñanza” (Zondervan Pictorial Encyclopedia of the Bible [“Enciclopedia bíblica ilustrada de Zondervan”], 1976, 3:804). – Y, entonces, le aplicamos las restricciones de Scofield, tendremos muy serios problemas para entender el mensaje de Jesús y la centralidad del reino de los cielos o reino de Dios que, también, arbitrariamente distingue Scofield. Nota:El Reino de los Cielos es la forma semítica (que omite el nombre de Dios) y el Reino de Dios es la forma griega de la misma frase.


Y si a esto le añadimos que en los evangelios, sólo se menciona la palabra iglesia tres veces en Mateo, tenemos la tormenta perfecta para la incomprensión del reino.


¡Nada más lejos de la enseñanza correcta de la Biblia! Y aunque no vamos a entrar por ahora en otros pasajes y aspectos, para muestra basta un botón de las graves consecuencias doctrinales y teológicas de esta equivocada forma de interpretar y entender la Palabra de Dios.

Regresemos a nuestro texto: “Porque Él nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado” – Colosenses 1:13 (LBLA).


Notemos:


1. Que el apóstol Pablo está escribiendo a creyentes de una iglesia local.


2. Que la mayoría de esos creyentes no son judíos sino gentiles.


3. Que tanto la acción de librarnos, como la de trasladarlos están en pasado. Es decir, son hechos que ya tuvieron lugar en la vida de esos creyentes.


4. Que la idea principal es un cambio de dominio efectuado únicamente por el poder soberano de Dios.


5. Que según el siguiente versículo (Colosenses 1:14), en el reino de su amado Hijo, tenemos

redención por su sangre y el perdón de nuestros pecados.


Resulta evidente que esto no cuadra con el “reino” que, supuestamente, Cristo le ofreció a la etnia judía. Al contrario, constituyó la piedra de tropiezo por la que los judíos lo rechazaron y pidieron su crucifixión.


El reino es un cambio de dominio


La siguiente cita tomada del prefacio del libro de George Eldon Ladd (El Evangelio del Reino) acerca de este aspecto es muy valiosa.


“El Dr. Ladd, creo que ha cumplido con esta difícil tarea. Explica que el reino es básicamente el gobierno, dominio o autoridad real de Dios, que entró en el mundo en la persona de su Hijo, Jesucristo, con el propósito de derrotar las fuerzas del mal encabezadas por Satanás, y de librar a los hombres que quedaban esclavizados por el pecado. En el presente la liberación es parcial; sólo en la venida futura de Jesús se logrará la liberación total de los hijos de Dios. Así que el reino es un poder salvador tanto en el presente como en el futuro. Los poderes que actuarán en plenitud en la edad venidera están operando en forma parcial en este siglo malo. Este mismo hecho nos da la seguridad de la victoria final de las fuerzas sobre las huestes del mal en el climax de la historia.”


¿Logró Cristo, el Mesías, la misión para la cual fue enviado?


Por supuesto que sí. Él es el Rey, y siempre estuvo en control. Donde él estaba presente, también su reino estaba presente. Lo evidenció triunfando sobre el diablo en la tentación, lo autenticó con todas sus señales mesiánicas: con sus milagros, sanando enfermos, liberando endemoniados y resucitando muertos.


Ante las posibles dudas, más claro no lo pudo decir: “Pero si yo por el Espíritu de Dios echo fuera los demonios, ciertamente ha llegado a vosotros el reino de Dios” (Mateo 12:28).


Pero su reino no era una nación geográfica, ni ningún pueblo terrenal en particular. Él mismo dijo: “Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí” (Juan 18:36). Previamente, Jesús había tenido un momento tan impactante en su ministerio que trataron de “hacerle rey”. Aquí está el testimonio del evangelio: “Pero entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo” (Juan 6:15).


Y añade Ladd: “Por otro lado. Cuando los fariseos le preguntaron cuándo vendría el reino de Dios, contestó: “El reino de Dios no vendrá con advertencia; ni dirán: Helo aquí, o helo allí, pues el reino de Dios está en medio de vosotros” (Lucas 17:20,21). El reino ya está presente en medio de los hombres; y Jesús desalentó rotundamente a los fariseos de buscar un reino de Dios que en el futuro vendría con visibles señales de gloria.”


El cambio de dominio implica también un cambio de ciudadanía


Seguramente la siguiente experiencia narrada por R C Sproul nos ayude a entender mejor de qué estamos hablando.

“Efectivamente, cuando nuestro inestable tren llegó a la frontera con Rumania, dos guardias se subieron. No podían hablar inglés, pero señalaron nuestros pasaportes y nuestro equipaje. Ellos querían que bajáramos nuestras maletas del portaequipaje y las abriéramos. Eran bastante bruscos y rudos. Fue entonces, cuando de la nada, su jefe apareció, un oficial corpulento que hablaba un poco de inglés. Él notó que una de las mujeres de nuestro grupo tenía una bolsa de papel en su regazo, y había algo que se asomaba. El oficial dijo: ¿Qué es esto? ¿Qué hay en la bolsa? La abrió, sacó una Biblia, y repasó rápidamente las hojas. Luego se detuvo y me miró. Yo estaba sosteniendo mi pasaporte americano, y él dijo: “Usted no estadounidense”. Miró a Vesta y dijo: “Usted no estadounidense”. Y luego dijo lo mismo al resto del grupo. Fue allí cuando él sonrió y dijo: “Yo no soy rumano”.

Para entonces ya estábamos confundidos, pero él señaló un texto, me lo dio, y me dijo, “Lee lo que dice”. Yo miré y decía: “Nuestra ciudadanía está en los cielos” (Fil. 3:20a). El oficial era un cristiano. Volteó a ver a sus subordinados y dijo: “Dejen a esta gente en paz. No hay problema. Ellos son cristianos”. Como puedes imaginar, dije: “Gracias, Señor”. Este hombre entendía algo acerca del reino de Dios: que nuestra ciudadanía, en primer lugar, es el reino de Dios.”


Y es que la naturaleza redentora y perdonadora del reino de Dios pone en un segundo plano nuestra etnia y ciudadanía terrenal. De esta manera se cumple la Palabra: “a fin de que en Cristo Jesús la bendición de Abraham viniera a los gentiles, para que recibiéramos la promesa del Espíritu mediante la fe” (Gálatas 3:14).

La palabra de Dios claramente enseña que esta es la realidad presente o estado actual de todos los creyentes en Cristo:

“ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la

familia de Dios” (Efesios 2:19).


“Mas vosotros sois linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por

Dios, para que anunciéis las virtudes de aquel que os llamó de las tinieblas a su luz

admirable; 10 vosotros que en otro tiempo no erais pueblo, pero que ahora sois pueblo de

Dios; que en otro tiempo no habíais alcanzado misericordia, pero ahora habéis alcanzado misericordia” (1 Pedro 2:9-11).


Entonces, podemos decir sin temor a equivocarnos, que el reino de Dios, o de los cielos, o eterno, o de Cristo, ya ha sido establecido en todo creyente porque éste ha sido redimido, perdonado y regenerado por la obra y poder de Cristo. Y, que por eso, no le hacen justicia a esta realidad quienes han limitado el reino a un ofrecimiento del mismo a los judíos, a su rechazado por estos, y a su posposición hasta su conversión futura para que les sea restituido durante mil años sobre la tierra.


Notas: El término “Reino de Dios” se encuentra 52 veces en el Nuevo testamento, “Reino de los Cielos” se encuentra 31 veces y la palabra “Reino” 138 veces. La palabra Iglesia aparece en el evangelio de san Mateo 3 veces.

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