top of page

La Página del Discípulo

Aquí puedes seguir el el curso en desarrollo, desde su inicio hasta la más reciente lección, en cualquiera de los dos formatos. (Actualizado el 15 de agosto).

Gálatas: La Carta Agridulce de Pablo

Galatas La carta agridulce de Pablo III.
Carátula.jpg

Teología del Pacto #1

por Ben Alvira

 

Let's Study Hebrews.jpg
Cristo.png

Guía de Estudio #2

discipulado-1.png

Discipulado sin Fronteras

        Recientemente he visto algunas reuniones de discipulado en diferentes sitos, horas y número de personas.  Les he visto compartir en la mesa de un restaurante mientras toman café. Otro caso lo presencié sentados alrededor de una pequeña mesa redonda en las afueras de un centro comercial. Leí de un pastor que se fue parte de un grupo de discípulos que se reunían semanalmente para orar dentro de un auto en el estacionamiento de un lugar de venta de comida rápida. Y, por supuesto, en hogares, como nosotros lo hemos venido haciendo. 

        En cuanto a las horas, han sido tan variadas, que no puedo ni precisar.  Pero, los he visto en la mañana, en la tarda y por las noches. Y a decir verdad, no he notado rigidez en el uso del tiempo.

        En cuanto al número de integrantes los he visto de desde cuatro personas hasta de solamente dos.

        En todos los casos he visto que tienen la Biblia y alguna guía o material de apoyo y referencia.

        Por otra parte, me ha llamado la atención de que todos los casos de los que he sido testigo, fuera del nuestro, han sido damas solamente.

        Mientras escribo no puedo dejar de pensar en aquel oriental que cuando arreció la persecución en su país, le reclamó a los misioneros: “Ustedes nos enseñaron a reunir la iglesia dentro del templo, pero nunca nos enseñaron a hacerlo fuera de el.” 

        Todo lo anterior nos enseña que hacer discípulos a la manera de Jesús, no tiene fronteras de lugar, tiempo, espacio, número, edades, raza, nacionalidad, composición, ni número de sus integrantes.  La única frontera que puede representar esta tarea encomendada por el Señor, es el ego y la vanidad de los grandes maestros y predicadores que consideran estos escenario muy pequeños para ellos.

El Discípulo y la Importancia de su Vida de Oración

Por Milton Villanueva

Un día, Jesús fue a cierto lugar para orar. Cuando terminó, uno de sus discípulos se acercó y le pidió: Señor, enséñanos a orar, así como Juan el Bautista enseñó a sus seguidores. – Lucas 11:1

 

        Tan importante o impactante tiene que haber sido la vida de oración de nuestro Señor Jesucristo, y el efecto de esta en su persona y ministerio, que sus discípulos que le pidieron: “Enséñanos a orar (como tú).”

​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

​

El Discípulo y su Comprensión del Pecado

Por Milton Villanueva

 

        "¿Qué es el pecado?" Es un problema que no podemos dejar de lado. Por haberlo resuelto erróneamente le han sobrevenido desastres sin fin al género humano y a su Iglesia, y en la solución adecuada al mismo se halla el comienzo de la senda de la salvación." - John Gresham Machen

 

        No puedes comprender bien tu salvación si no comprendes la magnitud del pecado del que has sido salvado. Por eso es necesario que entiendas claramente lo que la Biblia enseña al respecto.

 

El Discípulo y el Señorío de Cristo

Sin el Evangelio del Reino… No se puede ser discípulo

​

 

 

 

 

 

 

 

 

​

    

Puedo decir, sin temor a equivocarme, que los tres elementos más importantes en mi formación cristiana han sido: la conversión en 1963, la comprensión del evangelio del reino con el inseparable Señorío de Cristo y el discipulado (a fines de los 60s y principios de los 70s), y las enseñanzas reformadas (a principio de los 90s). Hubiera dado cualquier cosa porque no transcurriera tanto tiempo entre cada una de ellas.

​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Lámpara es a mis pies tu palabra,

y lumbrera a mi camino.”

Salmo 119:105

 

        Comenzamos afirmando que para que el cristianismo sea cristianismo tiene que ser bíblico, ya que es en la Biblia donde Dios lo ha revelado.

​

      

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

       

       

      

 

       Es con enorme gratitud a Dios que les informo del inicio de la Escuela Bíblica de Discípulos  en Faith Church (EPC) de Brooksville, FL. 

       Respondiendo al interés y oración del pastor Matthew Everhard y de los ancianos de esta iglesia por alcanzar con su ministerio a la creciente comunidad hispana en esta área, hemos acordado adorar juntos cada domingo en el templo, comenzando a las 10:30 AM, y luego separarnos para recibir la Palabra de Dios en español en un salón anexo al fondo del pasillo izquierdo del edificio principal.

       Pedimos sus oraciones a favor de este nuevo ministerio para nuestra comunidad hispana y en nuestro propio idioma español.  Aprovechamos la oportunidad para invitarte a convertirte en uno de nuestros pioneros, si vives Brooksville, Spring Hill, Masaryktown, Weeki Wachee, Floral City e Inverness. De lo contrario, pasa la voz entre tus familiares y amistades que vivan dentro de este contexto geográfico.

       El templo de Faith Church (EPC)a esta localizado en 200 Mt. Fair Ave., Brooksville, FL.

       Para más información, peticiones de oración, solicitar una visita ministerial o un servicio en tu hogar, puedes comunicarte con Milton Villanueva o su esposa, Carmen, llamando al 787 201 2496.

"Suficientemente grandes para celebrar con toda la iglesia, adecuadamente pequeños para compartir en nuestro idioma e idiosincrasia."

“La vasta mayoría de los cristianos de occidente –miembros de iglesias, llenadores de escaños, entonadores de himnos, degustadores de sermones, lectores de la Biblia, incluso los “creyentes “nacidos de nuevo” o “carismáticos llenos del Espíritu”, no son verdaderos discípulos del Señor.  Si nosotros estamos dispuestos a "ser discípulos", la iglesia en occidente será transformada, y su impacto en la sociedad será asombroso.”  -David Watson, Called & Commited.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

​

 

 

JUAN 1:35-49

Por Milton Villanueva

 

           Está claro que Jesucristo vino al mundo a salvar a los pecadores. Que esta es la buena noticia que debe ser proclamada a toda la humanidad. Que la forma o método que el Señor usó para lograr su propósito fue, es y será el discipulado. Aunque su ministerio público tuvo la duración limitada de 3 años aproximadamente, se redujo a una relativamente pequeña área geográfica, se concentró en un pequeño grupo de personas y no contó con los medios de comunicación que tenemos hoy, podemos decir que su propia generación fue enteramente evangelizada. ¿Cómo lo hizo? Sencillamente, mediante la formación de discípulos.

          Hay tres elementos sumamente importantes de la actividad discipuladora de nuestro Señor Jesucristo que queremos considerar aquí, porque son principios permanentes que debe tomar en cuenta toda iglesia que desee cumplir fielmente con su mandato: “vayan y hagan discípulos de todas las naciones… enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes.” -Mateo 28:19-20 (NVI)

 

MODELÁNDOLES UNA VIDA CON UN IMPACTANTE ATRACTIVO ESPIRITUAL

 

          El primer punto de referencia que tenemos en todo este proceso de discipulado de Jesús es una vida espiritual impactante. El primer impacto se lo llevó Juan el Bautista, que hasta entonces vociferaba como una fiera en el desierto. La presencia de Jesús le impresionó tanto espiritualmente, que sufrió un cambio radical:

de autoritario bautizador, insistía ahora en ser bautizado por Él.

          Al otro día de su bautismo, y estando Jesús lleno del Espíritu Santo, fue identificado nuevamente por Juan el Bautista ante sus discípulos. Su presencia en aquel lugar cautivó de tal manera a dos de ellos, que no pudieron resistir la fuerza de su atractivo espiritual. Desde entonces comenzaron a seguirle y le expresaron su deseo de estar con él: - “Maestro, ¿Dónde vives?”  Jesús los llevó consigo, y se quedaron con él. –(Juan 1:38-39)

La impresión que causó su vida en ellos fue tal, que Andrés no pudo contener el impulso de ir en busca de su hermano Pedro para contarle de su hallazgo. Habiendo encontrado a Pedro, lo trajo a Cristo. A su encuentro su vida fue transformada. Y así, por el estilo, se sumó Felipe al primer grupo de discípulos. Éste fascinado con Jesús encontró al escéptico Natanael, a quien por la lógica y razón no pudo convencer. Entonces le invito a conocerle personalmente. Frente a Jesús, Natanael exclama: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel.”

          Una vida espiritual atractiva y cautivante es el primer recurso y el mejor argumento en la tarea de discipulado. Desde el punto de vista del discipulado, el aspecto más importante, fascinante y cautivante de Jesús fue su misma vida, lo que Él era. Hasta ese momento no había predicado ningún gran mensaje ni había realizado ningún milagro. Su vida era su primer mensaje. Él no era un especialista más, era un ser especial. Lo mismo rige para el discipulado hoy. El punto de partida de la tarea discipuladora no es un programa o imposición eclesiástica. Tiene que surgir del impacto de una vida espiritual. Que la gente quiera estar con nosotros porque pueden percibir al Señor en nosotros. Que reconozcan en nosotros más que la “autoridad oficial”, la “autoridad espiritual” que proviene de nuestra relación con Jesús.

          Entonces, TODO PROCESO DE DISCÍPULADO COMIENZA CON UNA VIDA ESPIRITUAL IMPACTANTE Y CAUTIVADORA QUE PROVOQUE A LA GENTE A QUERER ESTAR CON NOSOTROS COMO LOS DISCÍPULOS DE JUAN ANHELARON ESTAR CON JESÚS. La clave para lograrlo es estar en más íntima comunión con el Señor, y dejar que natural y espontáneamente la frescura de nuestra vida espiritual trascienda a otros.

 

PROPORCIONÁNDOLES UN COMPAÑERISMO PERMANENTE

           

          La tarea del discipulador demanda la inversión de su vida en la formación integral de otras vidas. Esto, ineludiblemente, requiere relación personal, tiempo y dedicación. Y la única forma de corresponder satisfactoriamente a estas necesidades es mediante un estrecho y permanente compañerismo.

          Aunque el Señor Jesús no tenía necesidad de que nadie le diera testimonio alguno acerca del hombre porque Él sabe todas las cosas, tuvo la condescendencia de coparticipar de la actividad de sus discípulos para conocerles en el contexto de su experiencia personal y cotidiana. En su tarea discipuladora dedicó la mayoría de su tiempo a estar con sus discípulos, incluso, en el desempeño de su tarea ministerial. Dicho compañerismo sirvió para que ellos le conocieran más íntimamente. Por eso es que el Señor le reprocha a Felipe que en un momento culminante de su ministerio terrenal, todavía no conociera que Él es Dios y que con el Padre forma una unidad inseparable: - “¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros y no me has conocido, Felipe?” –Juan 14:9-10

          En la  referencia bíblica anterior, Juan 14:9, hay dos cosas que saltan a la vista: (1) Que el tiempo de estar juntos tenía un propósito cognoscitivo de los discípulos hacia Su persona. (2) Que el compañerismo proporcionado por el Señor debería ser uno revelador del Padre a través de Él. Ambos principios permanecen vigentes para nosotros hoy. En el proceso de hacer discípulos, el compañerismo tiene propósitos muy sublimes. No se trata de pasar el tiempo sino de un compañerismo cognoscitivo y revelador: enseñar la Palabra de Dios y mostrar a Jesús por vida y hechos.

          Pero, este conocimiento revelador de que estamos hablando tiene una doble vía. No sólo de Él a ellos sino de ellos a Él. Ahora podemos comprender mejor por qué Jesús quiso ir a la tierra de ellos, a sus familias, a sus vecinos, a sus labores. Así, conoció por experiencia su ambiente, actividad cotidiana, sus luchas, sus ansiedades, sus aspiraciones, capacidades, virtudes y defectos. En fin, su historia completa. Quien pretende discipular, ignorando estos elementos esenciales en la formación de la vida, carácter y personalidad, solamente habrá emprendido una tarea arbitraria y estéril. Cada discípulo es un mundo diferente al que hay que descubrir y conquistar siguiendo el ejemplo del Maestro. El compañerismo es un elemento esencial en la tarea discipuladora. No hay como eludirlo ni sustituirlo. Además, por su propia naturaleza, no puede limitarse a una tarea intramuros en los edificios eclesiásticos. Pero, no se tome esto como una desventaja sino todo lo contrario. Tiene la enorme ventaja de poder tener un escenario más amplio, actividades tan variadas y un horario tan flexible como seamos capaces de imaginar. Podemos resumir esta para del proceso con las palabras de un renovado pensador cristiano: “compañerismo incendiario”.

​

GENERÁNDOLES UN SENTIDO DE ACTIVIDAD TRASCENDENTE

 

          En todo proceso de discipulado bien concebido tiene que haber un sentido de trascendencia. Y no es para menos, ¿Cómo lanzarse a conquistar al mundo y hacer discípulos a todas las naciones sin un sentido de trascendencia? Cristo impartió ese sentido de trascendencia, que es tan importante para cumplir con la tarea discipuladora, desde los mismos inicios de su reclutamiento.  Primero, por la trascendencia de su experiencia personal con Cristo que les volcó a una comunicación trascendental a familiares, amigos y vecinos, Segundo, por la trascendencia misma de la tarea: - “os haré pescadores de hombres”, “vayan y hagan discípulos”. Tercero, la trascendencia geográfica- “de todas las naciones”.

          Nuestro Señor Jesucristo en su quehacer discipulador estableció el único modelo funcional para la propagación del evangelio y la perpetuidad de su iglesia. La iglesia no es un montón de gente que se reúne los domingos y se informa acerca de la Biblia. La Iglesia es un taller de formación y entrenamiento de discípulos, que sean capaces de hacer a su vez lo propio con otras personas. En el último análisis, nuestra misión es “Buscar a los perdidos y discipular a los encontrados”.

 

          La pregunta oportuna es: ¿Estás integrado a un proceso de discipulado, donde haya formación, reproducción y multiplicación?

​

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

DISCÍPULOS ANTES QUE CRISTIANOS

 

                Aunque parezca al revés, es todo lo contrario.  A los seguidores de Cristo se le llamó primero discípulos. No es sino hasta que llegamos al capítulo 11:26 del libro de los Hechos que encontramos: “y a los discípulos se les llamó cristiano cristianos por primera vez en Antioquía”. 

 

            Durante todo el ministerio público de nuestro Señor Jesucristo, nunca se les llamó “cristianos” a los discípulos. Y la ocurrencia en el libro de los Hechos nos debe hacer pensar que es muy probable que se les llamara “cristianos”  como una consecuencia de ser discípulos. Cuando ambas palabras se usan apropiadamente tienen sentido.  Como discípulos de Cristo era tan clara su identificación con él en su manera de ser, pensar, actuar y hablar, que no les cuadraba otro nombre mejor que “cristianos”.

 

            El problema con el cristianismo moderno es que, muy a menudo, “ser cristiano” equivale a estar identificados con la religión cristiana, o con una denominación o iglesia aunque se esté divorciado del todo con ser un discípulo en el sentido bíblico de la palabra. En algunos de nuestros países hasta resulta ofensivo preguntarle a una persona “si es cristiana”. Porque dan por sentado que todo ser humano es cristiano. Muy bien le podrían responder: “Si no soy cristiano, entonces, ¿qué soy? ¿animal?”

           

            Incluso, la palabra “creyente” no siempre es la mejor que nos describe, ya que durante el ministerio de muchos que “creyeron” lo abandonaron.  Y lo hicieron porque su “fe” no era sino información que no había afectado radicalmente su forma de ser.  Era un mero asentimiento intelectual que nunca había llegado a convertirse en una confianza o convicción total en su Señor por el cual se está dispuesto a vivir y a morir. Por eso es tan imperativo para nosotros hoy volver al significado original de lo que es ser cristiano. Y para lograrlo no hay como evitar volver a redescubrir lo que es ser un “discípulo”.

 

            La tarea de Cristo y su Gran Comisión a la Iglesia (Mateo 28:19) no es lograr conversiones sino hacer discípulos.  Parafraseando la máxima de Dietrich Bonhoefer, “Un cristianismo sin discipulado es siempre un cristianismo sin una relación formativa vital con Cristo.”

 

Rabí

 

            Es significativo que desde el primer encuentro de aquellos dos discípulos de Juan con Jesús, le llaman “Rabí”.  ¡Qué raro que le llamen así, dado que Jesucristo no tenía una academia ni un renombre para que le reconocieran como tal.  La explicación no puede ser otra que, durante su ministerio, Juan el Bautista había preparado verdaderamente el camino al Señor.  Cuando Jesús apareció por allí aquel día, y Juan sin titubeo les señaló que ese era “el Cristo”, ellos entendieron que había llegado el Mesías, y le reconocieron como el Maestro a quien de ahora en adelante estarían sujetos y a su servicio.

 

El concepto cristiano de discípulo

 

            Contrario a la mentalidad moderna de que un discípulo es uno que aprende una materia con un maestro en particular, sin que eso trascienda del salón de clase o de la materia misma, el discipulado cristiano tiene que ver, no sólo con información, sino con la formación de la vida íntegramente.  No puede haber nada de la vida del discípulo que no sea afectado por Cristo. 

 

            En honor a la verdad, si mala es la tendencia a separar el cristianismo del discipulado, también lo es la tendencia de enfatizar la vida interior del discípulo a expensas de las enseñanzas de Cristo.  No puede haber verdadera espiritualidad sin verdadera doctrina o enseñanza bíblica.  Por eso, desde el principio queremos ser claros en que el énfasis no puede estar desbalanceado.  Hay que procurar el crecimiento espiritual de la mano con la doctrina.  Tanto los más piadosos como los más grandes teólogos, todos sin excepción, han tenido que nutrirse del ejemplo y la enseñanza de los primeros discípulos de Cristo.  El Nuevo Testamento es el fruto  del proceso de Cristo con sus discípulos originales, y la cadena de discípulos de Cristo que ellos generaron durante la era apostólica.

 

El discipulado tiene que ser Cristocéntrico

 

            Juan el Bautista estableció el ejemplo y un buen precedente. Aquellos dos primeros discípulos de Jesús, dejaron de ser discípulos de Juan.  Juan no podía seguir siendo el centro de su atención sino Cristo.  Juan el Bautista lo tuvo bien claro: “Es necesario que el crezca, y yo mengue”.  Pablo diría lo mismo pero de otra forma: “Sed imitadores de mí, como yo lo soy de Cristo.”  No estamos para hacer discípulos a nuestra imagen y semejanza, sino a la imagen y semejanza de Cristo. Podemos ser un punto de referencia pero no “el modelo”.

 

            Las palabras de Pablo a los Gálatas no pueden ser más ilustrativas de lo que venimos diciendo: “Hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto, hasta que Cristo sea formado en vosotros.” – Gálatas 4:19.

 

La Dinámica de la Escuela Bíblica de Discípulos

 

            Nuestra tarea consistirá en entender y procurar la formación de vida, doctrina y servicio cristiano que nos ponga en las mejores condiciones para realizar satisfactoriamente, a partir del hogar y la iglesia local, la Gran Comisión en el mundo en que vivimos. Y si hacemos lo que tenemos que hacer, cómo lo tenemos que hacer, entonces podemos estar seguros de contar con su participación e ilimitado poder a nuestra tarea.  El nos dice: “Toda autoridad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y hacer discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado.”  “Y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.”  - Mateo 28:19-20

bottom of page