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PROCESO A LA PARTICIPACIÓN DEL LIBRE ALBEDRÍO EN LA SALVACIÓN



M.V. ¿Cuál es, alegadamente, su participación o responsabilidad en la salvación de una persona?


L.A. Mi participación está en tomar la decisión de querer ser salvo o no querer serlo; aceptar o rechazar a Cristo como salvador; creer o no creer en el mensaje del evangelio.


M.V. ¿Puede abundar más al respecto?


L.A. Por supuesto. Todos sabemos que Dios amó de tal manera a todo el mundo, que envió a su Hijo para salvarlo al morir por ellos en la cruz, pero debido al ejercicio de mis facultades unos se salvan y otros no.


M.V. Y, ¿Por qué unos se salvan y otros no?


L.A. Eso es fácil de explicar. Aunque Dios quiso salvar a todo el mundo por medio de la muerte de Cristo, dejó de parte del hombre el aceptar o rechazar la salvación. Permítame explicárselo mejor. Dios planificó salvar a todo el mundo, pero previó que debido a mí, el Libre Albedrío, muchos echarían a perder su buena voluntad rechazando Su salvación. Debido a mí, Dios tuvo que modificar su plan original, el alcance del mismo y la forma de implementarlo.


M.V. ¿Quiere decir que Dios tuvo que modificar sus planes por una criatura como usted?


L.A. Así es. Gracias a su Presciencia (llegar a conocer las cosas antes de que sucedan) Él previó quiénes habían aceptar (creer) y quiénes habían de rechazar a Cristo como su Salvador utilizándome (Libre Albedrío). Entonces, optó por escoger en Cristo solamente a aquellas que previó iban a creer, gracias a mí. Y, por ende, pasar por alto a los que no iban a creer, respetando mi libre determinación.


M.V. Pero, ¿dónde queda, entonces, la elección y predestinación soberana de un Dios Soberano?


L.A. En realidad, sujeta a mí.


M.V. ¿Quiere decir, que en el último análisis, ser salvo depende completamente del uso que el ser humano haga de usted?


L.A. Creo que me ha entendido perfectamente.


M.V. Explíqueme algo, si es como usted dice: ¿Por qué predicarle el evangelio a todo el mundo, si de todos modos fuera de los elegidos en Cristo, ni uno más será salvo? Y, además, el número de los pasados por alto (los que se van a perder) también permanecerá inalterable por más que se les predique.


L.A. Admito que no tengo una mejor respuesta que la que tienen los que creen en la elección libre y soberana de Dios. Es decir, “porque Dios nos manda a predicar el evangelio a toda criatura” y “porque sólo Él sabe quiénes van a ser salvos y quiénes no".


M.V. Pero, ¿no es justamente esa una de sus agrias críticas a los que creen en la elección libre y soberana de Dios?


L.A. De acuerdo, pero no tengo una mejor respuesta que la de ellos.


M.V. ¿Usted no se da cuenta de que, si esto es así, usted está pretendiendo ser lo que no es y hacer lo que no puede hacer?


L.A. ¿Qué quiere decir usted con eso?


M.V. Que, si en el último análisis, la salvación depende de la presciencia, elección y predestinación en Cristo de los que Dios de antemano conoció que iban a creer, de nada le sirve al hombre tener libre albedrío ahora porque ya no puede cambiar su decisión. ¡Usted es un cero a la izquierda en el plan de salvación!


L.A. Me está usted ofendiendo.


M.V. Y con mucho gusto. ¿Quién se cree usted que es? ¿Dios? Usted no es otra cosa que un insolente, presumido y engañador. Pretender atribuirse un poder que no tiene. Usted sabe muy bien que siempre decide conforme al deseo dominante de quien le posee. Así como lo oye, de quien le posee. Usted es un esclavo al servicio del pecador que lo posee. Y los deseos de su amo es lo único que puede hacer. Usted no es un ente autónomo e independiente en el hombre. Es más, usted mismo está al servicio del pecado, y es un cómplice de su amo.


L.A. Supongamos que usted tenga razón, ¿no estamos en las mismas los que creen en mi autodeterminación, que los que creen en la elección libre y soberana de Dios?


M.V. ¡Falso! Si fuera por usted nadie sería salvo, porque después de la caída “todos están bajo pecado”, incluyéndolo a usted. Y este es el testimonio de las Sagradas Escrituras:

“No hay justo, ni aun uno;

11 No hay quien entienda, No hay quien busque a Dios.

12 Todos se desviaron, a una se hicieron inútiles; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.

13 Sepulcro abierto es su garganta; Con su lengua engañan. Veneno de áspides hay debajo de sus labios;

14 Su boca está llena de maldición y de amargura.

15 Sus pies se apresuran para derramar sangre;

16 Quebranto y desventura hay en sus caminos;

17 Y no conocieron camino de paz.

18 No hay temor de Dios delante de sus ojos.”

Romanos 10:10-18


Usted no ha podido ni podrá nunca hacer la diferencia o excepción, ni en uno sólo de esa entera humanidad caída, porque usted es parte de sus facultades caídas. No hay nada en toda la extensión de la vida humana, que no haya sido afectado por el pecado, incluyéndolo a usted. Si fuera por usted, ¡no se salvaría ni uno sólo!


L. A. ¿Tiene usted una mejor explicación para ser salvo que la que yo le he hecho creer a la gente?


M.V. Tengo la mejor explicación porque es bíblica, ¡duélale a quien le duela! Si no hubiera sido por la intervención libre y soberana del Dios Eterno y Todopoderoso, nadie hubiera sido salvo después de la caída. Lo justo hubiera sido que todos permanecieran en su estado de perdición y condenación. Pero, Dios mostró su misericordia incondicional a los que él quiso. Los eligió y predestinó para ser salvos en Cristo, y por Cristo, desde antes desde la eternidad. No tomó en cuenta nada bueno ni meritorio que hubiese en nosotros porque no lo había. Lo hizo por el puro afecto de su voluntad.


Y en su tiempo perfecto envió a su Hijo para salvar del pecado y sus consecuencias a aquellos que escogió para salvación. De modo, que Cristo no vino a hacer posible la salvación para dejarla bajo su responsabilidad, Libre Albedrío. Si lo hubiera hecho nadie sería salvo. Él vino para hacer eficaz y segura su salvación. Por eso es que es que Él es el Salvador. Por eso es que la salvación pertenece a Dios, y tiene potestad para darla y asegurarla a quien Ël quiera.


L.A. Pero usted no puede negar mi participación en la decisión de aceptar la salvación que libremente ofrece el evangelio.


M.V. Y ¿Por qué si usted tiene tanto poder y participación en la decisión de todos los seres humanos, no es tan bueno como para lograr que todos sean salvos? Usted sabe bien la razón. Usted es parte del problema, no puede ser la solución.


L.A. ¿Cuál es la solución al problema?


M.V. El Evangelio es poder de Dios. Dios hace nacer de nuevo por su Espíritu y Palabra a aquellos por los cuales Cristo murió. La palabra del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo es espíritu y vida para los que el vino a salvar. Esa nueva vida espiritual que Dios nos da, viene dotada de una voluntad libre para creer. Por eso dice la Escritura: "Si el hijo os libertare, seréis verdaderamente libres."


L.A. ¿No es injusto Dios con los que se pierden?


M.V. De ninguna manera. En todo caso eso es lo justo para todos. Nadie tendría que reclamarle nada a Dios por perderse. Además, el ser humano por su naturaleza caída y su complicidad, Libre Albedrío, no quiere ni puede venir a Dios. Lamentablemente no quiere venir a la luz para que su pecado no quede expuesto.

Lo misterioso y sublime es saber que no vio nada bueno en mí, y a pesar de eso me extendió su misericordia salvadora. Ya lo dice la Escritura: “Tendré misericordia, del que quiera tener misericordia.” La misericordia no es un derecho ganado sino un acto de Su pura gracia. Ya lo dice la Escritura: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios." - Efesios 2:8


L.A. Todo eso me suena a “calvinismo”.


M.V. Si a la enseñanza coherente de la Palabra de Dios, usted le llama “calvinismo”, ciertamente tiene un serio conflicto con la enseñanza bíblica. Y si ese es tu único argumento defensivo, te digo la verdad:


“Pensaste hacerme una ofensa, y a mí se supo a alabanza.”

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