top of page
Lo más reciente

Soy Kerigmático #1


Asegúrate de leer bien. Dije “kerigmático”, ¡no “carismático”!, que aunque suena parecido, no es lo mismo ni se escribe igual. ¿Qué quiero decir con “kerigmático”?

Comencemos por la raíz y significado de la palabra “Kerigma". "El término kerygma proviene del griego κήρυγμα ('anuncio', 'proclamación') y significa 'proclamar como un emisario'. Se trata de un género literario bíblico de sesgo oratorio que actualmente podría estar representado como el anuncio de una buena noticia.”

Aclarado el significado, ahora quiero hacer claro lo que me motiva a escribir. Soy amante de la buena predicación, ¡Qué difícil se hace encontrar a un pastor que sea un buen predicador! Tal vez por eso se ha hecho tan común tener continuamente en las iglesias “predicadores invitados”. Una forma de amable de admitir que la predicación del pastor local no es cautivante o atractiva como debiera ser.

Creo que gran parte de la responsabilidad de tener tantos predicadores “malos” y aburridos recae sobre los “buenos” seminarios que los prepararon. Tal parece que los seminarios están tan preocupados de la formación académica en todas las demás importantes disciplinas bíblicas y teológicas, que han descuidado el medio principal comunicación de ellas: La Predicación. Para mí, un seminario que no tiene un buen departamento de HOMILÉTICA con un excelente predicador a la cabeza, deja mucho que desear. Y, a juzgar por lo que vemos y escuchamos en las iglesias, uno puede llegar a pensar, que aún los mejores seminarios están produciendo pastores “bien entendidos” pero malos comunicadores de ese valioso conocimiento.

Tal parece que se ha olvidado esta realidad bíblica para todos los tiempos: que “agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación. Porque los judíos piden señales, y los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo…” (1 Corintios 1:21-23).

Estoy de acuerdo en que ningún seminario puede hacer “un predicador”, lo cual considero un regalo (don) de Dios a la Iglesia. Pero, aunque parezca contradictorio, sí puede hacer un buen predicador porque todos los dones son entrenables.

El fin de todo el discurso es este: “Querido pastor, asegúrate de ser el mejor predicador que puedas ser. Vas a estar en mejores condiciones de ser más eficaz en la proclamación del Evangelio. Procura la mejor preparación y entrenamiento homilético que puedas obtener formalmente. Tendrás que someterte a la evaluación, crítica constructiva y corrección de tu maestro y compañeros. Sé que este es un proceso muchas veces doloroso para el ego, pero es indispensable. Recuerda que tu predicación es una parte sumamente importante de la carta de presentación de tu iglesia. Tan importante, que algunos volverán por ella, otros se irán por ella, y otros se resignarán a ella. Opta por lo primero.”

Y para terminar, mi mejor deseo de que si de alguna manera esta preocupación llegara a un seminario (con el permiso del programa de la televisión argentina): HAGAN ALGO.

bottom of page