Dios es el que da el crecimiento, pero...
NOS HACE RESPONSABLES DE EL
“Y el Señor añadía cada día a la iglesia los que habían de ser salvos.” - Hechos 2:47
El mejor recuerdo y experiencia de lo que es ser responsable y eficaz con cada visita y miembro de la iglesia, es el de mi iglesia madre, la Alianza Cristiana y Misionera de Arecibo-pueblo. Lo digo por experiencia.
Cuando murió mi abuelo, mi mamá y abuela comenzaron a ir a esta iglesia. Mi madre hacía lo indecible para que yo también asistiera, pero no lo lograba. Comenzando un nuevo año escolar en la Escuela Jefferson, me tocó ser alumno de Mrs. Trujillo, quien era de esa misma iglesia. Supongo que mi madre le diría algo a mi maestra porque al poco tiempo esta comenzó a invitarme insistentemente a su congregación. Le prometí asistir y le fallé un par de domingos. Pero, “a la tercera va la vencida”. ¡Cómo volverle a fallar el próximo domingo, si el lunes me iba a pedir cuentas!
Desde entonces comencé a asistir a la Escuela Bíblica Dominical por las mañanas. Cuando me inscribí para jugar pelota en pequeñas ligas, como los juegos comenzaban temprano, dejé de ir a la Escuela Bíblica unos cuantos domingos. Entonces, una buena tarde como a las 3:00 PM, cuando, como era costumbre, se tomaba el café en la casa de abuela, apareció la hermana Aida Liz Correa preguntando por Milton. No tuve escapatoria. Cuando le expliqué la razón de mis ausencias, me dijo con firmeza: “El Señor es primero, y después el juego de pelota.” ¡Remedio santo! Me salí del equipo. Regresé a la Escuela Dominical. Luego, al Culto Evangelístico de los domingos por la noche. Y por medio de una de las predicaciones del pastor Antonio López, el Señor me trajo a Sus pies.
Al poco tiempo de mi conversión me pude dar cuenta de que en la Alianza Cristiana y Misionera de Arecibo era casi imposible entrar por la puerta del frente y escaparse inadvertidamente por la de atrás. ¿Por qué? Porque la hermana Carmen María López, esposa del pastor, había concebido e implementado un sistema de registro y visitación extraordinario para evitar que eso ocurriera.
¿En qué consistía este sistema de conservación de resultados? En aquel tiempo, no había culto por las mañanas sino sólo Escuela Dominical. Esa era la puerta grande de entrada. A toda visita se le llenaba una tarjeta blanca para el registro del maestro. Cuando uno asistía de cuatros veces, tres, se le llenaba una tarjeta amarilla. Luego de realizarse el pase de lista por el maestro asociado, se llenaba el informe para la Secretaría de Ensanchamiento. Se identificaban las tarjetas de las personas ausentes, y ésta sacaba el duplicado correspondiente de su Registro General, y se le asignaban a grupos de visitación para visitarlos esa misma tarde.
La idea era atender a los ausentes lo antes posible. Si había faltado por enfermedad, algún problema o falta de transportación, se oraba y procuraba la solución ese mismo día. En la iglesia Alianza Cristiana y Misionera de Arecibo, era imposible que un visitante, y mucho menos un miembro o asistente regular, pasara por inadvertido. ¡La “puerta de atrás” estaba bien vigilada! En aquellos tiempos la Escuela Bíblica de la Alianza Cristiana y Misionera de Arecibo llegó a ser, si no la más grande de la denominación, la más ejemplar en su trabajo de conservación de resultados. Yo soy fruto de ese trabajo, y luego, formé parte de los grupos que salíamos a visitar cada domingo. Y que conste, que luego regresábamos al culto de por la noche, que nunca terminaba antes de las 9:00 PM.
¡Cómo no añorar aquellos días, cuando ahora la gente se desaparece de la iglesia, y, o nadie se da cuenta, o a nadie le importa. Y luego nos quejamos de que la iglesia no crece. Y por supuesto, hasta el mejor pastor del mundo terminará “pagando por los platos rotos”.
La iglesia contemporánea, tiene que encontrar la forma de ser responsable con cada persona que el Señor le “añade”. Pienso en algunas cosas que podemos hacer:
1. Acabar de una vez y por todas con la idea de que esa es labor del pastor. NO. ESO ES PARTE DEL MINISTERIO DE TODA LA IGLESIA. Al pastor Antonio López todo el mundo le decía "Mister López" porque fue maestro de escuela superior, y luego profesor universitario durante casi todo su ministerio. Y como él mismo dijo en una entrevista: "si no hubiera sido por estos hermanos y hermanas que le ayudaban" su iglesia nunca hubiera llegado a ser lo que es.
2. Los ancianos o líderes de la iglesia, pueden y deben repartirse a toda la membresía y visitantes para su cuidado. Aunque tengan que delegar a su vez en otras personas grupos más pequeños para cuidado y seguimiento. La idea es que no haya una sola visita o miembro que se ausente y no se atienda el mismo día en persona, por teléfono o mensaje de texto.
3. Estos ancianos, líderes, diáconos, maestros o grupos de visitación tienen que acabar con la idea equivocada de “que tiene que ser el pastor quien les visite”. Con esta mentalidad de los visitantes y de los visitados nunca vamos a tener un cuerpo funcional sino un cuerpo con impedimentos “autoimpuestos” o “psicosomáticos”.
Tiene que haber muchas más formas responsables y creativas de conservar resultados en cada iglesia. No pretendo que esto es todo. Pero, lo que sí pretendo es crear mayor conciencia de que hay que hacer algo efectivo, porque de lo contrario Dios añadirá la gente a otras iglesias que lo hagan mejor.
No olvides que “cuando una iglesia deja de crecer, comienza a morir”, y al final nadie quiere quedarse en un cementerio o hacer el trabajo de sepulturero.