Discipulado sin fronteras Recientemente he visto algunas reuniones de discipulado en diferentes sitos, horas y número de personas. Les he visto compartir en la mesa de un restaurante mientras toman café. Otro caso lo presencié sentados alrededor de una pequeña mesa redonda en las afueras de un centro comercial. Leí de un pastor que se fue parte de un grupo de discípulos que se reunían semanalmente para orar dentro de un auto en el estacionamiento de un lugar de venta de comida rápida. Y, por supuesto, en hogares, como nosotros lo hemos venido haciendo. En cuanto a las horas, han sido tan variadas, que no puedo ni precisar. Pero, los he visto en la mañana, en la tarda y por las noches. Y a decir verdad, no he notado rigidez en el uso del tiempo. En cuanto al número de integrantes los he visto de desde cuatro personas hasta de solamente dos. En todos los casos he visto que tienen la Biblia y alguna guía o material de apoyo y referencia. Por otra parte, me ha llamado la atención de que todos los casos de los que he sido testigo, fuera del nuestro, han sido damas solamente. Mientras escribo no puedo dejar de pensar en aquel oriental que cuando arreció la persecución en su país, le reclamó a los misioneros: “Ustedes nos enseñaron a reunir la iglesia dentro del templo, pero nunca nos enseñaron a hacerlo fuera de el.” Todo lo anterior nos enseña que hacer discípulos a la manera de Jesús, no tiene fronteras de lugar, tiempo, espacio, número, edades, raza, nacionalidad, composición, ni número de sus integrantes. La única frontera que puede representar esta tarea encomendada por el Señor, es el ego y la vanidad de los grandes maestros y predicadores que consideran estos escenario muy pequeños para ellos.
Recientemente he visto algunas reuniones de discipulado en diferentes sitos, horas y número de personas. Les he visto compartir en la mesa de un restaurante mientras toman café. Otro caso lo presencié sentados alrededor de una pequeña mesa redonda en las afueras de un centro comercial. Leí de un pastor que se fue parte de un grupo de discípulos que se reunían semanalmente para orar dentro de un auto en el estacionamiento de un lugar de venta de comida rápida. Y, por supuesto, en hogares, como nosotros lo hemos venido haciendo. En cuanto a las horas, han sido tan variadas, que no puedo ni precisar. Pero, los he visto en la mañana, en la tarda y por las noches. Y a decir verdad, no he notado rigidez en el uso del tiempo. En cuanto al número de integrantes los he visto de desde cuatro personas hasta de solamente dos. En todos los casos he visto que tienen la Biblia y alguna guía o material de apoyo y referencia. Por otra parte, me ha llamado la atención de que todos los casos de los que he sido testigo, fuera del nuestro, han sido damas solamente. Mientras escribo no puedo dejar de pensar en aquel oriental que cuando arreció la persecución en su país, le reclamó a los misioneros: “Ustedes nos enseñaron a reunir la iglesia dentro del templo, pero nunca nos enseñaron a hacerlo fuera de el.” Todo lo anterior nos enseña que hacer discípulos a la manera de Jesús, no tiene fronteras de lugar, tiempo, espacio, número, edades, raza, nacionalidad, composición, ni número de sus integrantes. La única frontera que puede representar esta tarea encomendada por el Señor, es el ego y la vanidad de los grandes maestros y predicadores que consideran estos escenario muy pequeños para ellos.