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Nosotros hacemos todo lo contrario

En la creación participaron las tres personas de la Santísima Trinidad. Temprano en el Éxodo el suegro de Moisés le exhortó a que abandonará aquel sistema unipersonal de atender al pueblo, y que delegara en otros la mayor parte del trabajo, y él se reservara para aquellos casos que los demás no podían resolver. En la construcción del tabernáculo, Moisés recibió la visión directamente de Dios, pero Dios escogió personas y las dotó para construirlo, amueblarlo y revestirlo. Aarón y sus hijos, Dios los encargó del sacerdocio.

En el Nuevo Testamento, el Señor escogió a doce, les encargó hacer discípulos, les repartió dones y ministerios para servir bien a la Iglesia. En las iglesias locales se establecieron ancianos y diáconos. Pablo delegó algunas visitas y funciones en la iglesia a algunos de sus discípulos que de alguna forma compartían su apostolado.

En la mayoría de las iglesias contemporáneas le pagamos a un pastor para que haga lo que es propio de su ministerio, y lo que le corresponde a los demás. Y como ha se suponerse, todos saldrán maltrechos de esta forma de delegación. ¡Hay que trabajar en equipo! Es la única forma en que todos salimos ganando.

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