¿EN QUÉ CONSISTE “EL MISTERIO ESCONDIDO” EN LA CARTA A LOS EFESIOS?
¿EN QUÉ CONSISTE “EL MISTERIO ESCONDIDO” EN LA CARTA A LOS EFESIOS?
(Suplemento a la Lección 5)
Si usted ha leído la carta a los Efesios o conoce lo suficiente de ella como responder -LA IGLESIA -, ¡está usted en lo cierto! Pero, le anticipo, que esta respuesta necesita ser entendida en el contexto de la misma carta para hacerle justicia hermenéutica, en sus implicaciones doctrinales y teológicas.
Admitamos que al apóstol Pablo este “misterio” le tuvo que ser “revelado” (Efesios 3:3), y que “por esta causa”, en el proceso de explicarlo por escrito a los destinatarios de la carta “dobla sus rodillas en oración” en dos ocasiones. Más aún, les deja saber que les está escribiendo desde la prisión por “esta causa”.
Pero, no deje que le cunda el pánico con todo lo dicho en el párrafo anterior. Lo cierto es que no se trata de algo difícil de explicar ni de entender. El gran escollo para aclarar este misterio siempre han sido los prejuicios. De los judíos y gentiles en aquel tiempo, y de la mayoría de los creyentes contemporáneos.
Me propongo probar que, luego de haberle sido revelado el misterio por el Espíritu a Pablo y a los demás apóstoles y profetas del Nuevo Testamento, resulta fácil explicarlo y entenderlo bien.
La respuesta corta a la pregunta - ¿EN QUÉ CONSISTE “EL MISTERIO ESCONDIDO” EN LA CARTA A LOS EFESIOS? – es - “QUE DE AMBOS PUEBLOS (JUDÍOS Y GENTILES) HIZO UNO (LA IGLESIA)”. La clave de esta unificación descansa en “el propósito eterno de Dios, el cual se había propuesto en sí mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en la dispensación del cumplimiento de los tiempos” (Efesios 1:9-10). Es decir, cuando llegó el tiempo señalado por Dios, él envió a su Hijo Jesucristo para realizar su propósito eterno.
¿Qué tuvo que hacer Cristo para lograrlo? Una vez más, la respuesta corta es –“amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (Efesios 5.25). La respuesta larga, pero indispensable, es esta -Efesios 2:12-16:
12 En aquel tiempo estabais sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo.
13 Pero ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.
14 Porque él es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación,
15 aboliendo en su carne las enemistades, la ley de los mandamientos expresados en ordenanzas, para crear en sí mismo de los dos un solo y nuevo hombre, haciendo la paz,
16 y mediante la cruz reconciliar con Dios a ambos en un solo cuerpo, matando en ella las enemistades.
¿Cuál es el logro o resultado final de la persona y obra de Jesucristo? Está aquí en Efesios 2:19-22:
19 Así que ya no sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios,
20 edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo mismo,
21 en quien todo el edificio, bien coordinado, va creciendo para ser un templo santo en el Señor;
22 en quien vosotros también sois juntamente edificados para morada de Dios en el Espíritu.
En Efesios 3:6 Pablo concluye clara y contundentemente el asunto del misterio escondido: “QUE LOS GENTILES SON COHEREDEROS Y MIEMBROS DEL MISMO CUERPO, Y COPARTÍCIPES DE LA PROMESA EN CRISTO JESUS POR MEDIO DEL EVANGELIO”.
¿Puede estar todo esto más claro? Dios se propuso “reunir todas las cosas en Cristo”. Siendo su principal obra la Iglesia, en la que reunió en Cristo a judíos y gentiles creyentes, para formar un solo pueblo, cuerpo, edificio y templo para morar por su Espíritu; con una ciudadanía común, y promesa compartida. Al apóstol Pablo le tocó la gloriosa, pero costosa tarea de “anunciar entre los gentiles el evangelio (la buena noticia) de las inescrutables riquezas de Cristo, y de aclarar a todos cuál sea la dispensación del misterio escondido desde los siglos en Dios… para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora dada a conocer por medio de la iglesia a los principados y potestades en los lugares celestiales, conforme al propósito eterno que hizo en Cristo Jesús nuestro Señor, en quien tenemos seguridad y acceso con confianza por medio de la fe en él.”
Entonces, ¿Cuántos pueblos tiene Dios a partir de esta unificación? Uno, la Iglesia, compuesta de judíos y gentiles creyentes que comparten y participan exactamente de la misma ciudadanía, herencia, gracia, en un solo cuerpo, en una misma familia y en un mismo templo en el cuál él mora.
¿Por qué separar lo que Dios ha unido en Cristo? Por los prejuicios étnicos y hermenéuticos que le imponemos a lo que claramente está revelado y escrito.
¿Qué consecuencias escatológicas tiene esto? Sencilla e inevitablemente:
1. La iglesia no puede ser un paréntesis en el plan eterno, ni un plan b o alterno. Es el plan en su máxima expresión. 2. Fuera de Cristo, a quien fue hecha la promesa, y a los coherederos en Cristo de la esa promesa (la iglesia), no queda ninguna promesa pactual para judíos ni gentiles incrédulos.
3. No puede haber dos destinos distintos para judíos y gentiles étnicos creyentes fuera, aparte o paralelamente a la Iglesia.
4. No importa cuál sea tu posición en cuanto a la gran tribulación, no puedes separar de la iglesia ni a judíos ni a gentiles creyentes durante este evento. La iglesia pasará o no pasará por la gran tribulación, punto.
5. No importa cuál sea su posición escatológica acerca del milenio, Cristo y su iglesia son los protagonistas donde sea y cuando sea.
6. Cuando Cristo venga por su Iglesia habrá terminado toda posibilidad de salvación para la humanidad incrédula, judíos y gentiles por igual.
Debo suponer que si has realizado una lectura cuidadosa hasta aquí, y has considerado seriamente la evidencia bíblica y sus implicaciones, podrías tener como resultado un reguero sobre la mesa de todas las piezas de tu rompecabezas escatológico. Pero, a la vez, tienes un cuadro claro de cómo debe verse el mismo armado. La tarea de armarlo, siguiendo el modelo original, te corresponde a ti. Te anticipo que será misión imposible, si en vez de querer lograr la imagen proyectada por el texto en su contexto, te dejas dominar por tu imagen mental preconcebida. Tendrás que escoger entre tener una escatología bíblica o una escatología particular. Esto último equivale a una interpretación privada, ajena y sobreimpuesta a lo que claramente enseña la Palabra de Dios.
Finalmente, te recuerdo, que en una buena hermenéutica escatológica bíblica: los pasajes oscuros deben ser interpretados a la luz de los más claros, el Antiguo Testamento a la luz del Nuevo; y que la analogía o enseñanza predominante de la biblia debe producir, por buenas y necesarias consecuencias, una formulación de fe armoniosa con “la enseñanza que Dios ha dado para siempre a su pueblo elegido” (Judas 1:3 –TLA).
Comments