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El Pacto de Dios

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Serie Éxodo #1 Por Milton Villanueva

El Pacto de Dios

“Decía el gran predicador Spurgeon que “la doctrina de los pactos es la clave de la teología.”

Usted nunca podrá entender correctamente la formación del pueblo de Israel, ni la pascua, ni el éxodo, ni la posesión de Canaán, ni la Biblia, ni la salvación si no tiene una hermenéutica pactual. Y es que esa es la forma como Dios siempre ha tratado con el hombre, porque Dios es un Dios de palabra, que siempre cumple lo que promete. “Y aconteció en que pasado mucho tiempo, murió el rey de Egipto. Y los hijos de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y su clamor, a causa de su servidumbre, subió a Dios. Oyó Dios su gemido, y se acordó Dios de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y Dios los tuvo en cuenta.”-Éxodo 2:23-25.

Tengo que confesar mi profunda decepción con la forma en que la mayoría de los comentaristas bíblicos y predicadores tratan este pasaje. La constante de casi todos ellos es poner el énfasis en la miseria, dolor y clamor humano, como algo que obliga a Dios intervenir, y esto sin tomar en cuenta el pacto. Un notable escritor, Bernard L Ramm, dijo: “Todas las doctrinas no evangélicas fallan en que están construidas aparte de una compresión del pacto. Según estas teologías Dios sólo puede responder al hombre sobre la base de la miseria de éste, pero nunca sobre la base del pacto.” Tenemos que ser justos y decir, que aún la mayoría de la teología evangélica, también padecen del mismo mal. La excepción es la teología reformada.

Pero, no se trata de un capricho de los teólogos reformados, firmemente pactuales, sino por que es una enseñanza clara de la Palabra de Dios. Lo que movió a Dios a intervenir para acabar con los sufrimientos de los hijos de Israel fue el pacto que había hecho más de 400 antes con el patriarca Abraham. Dios no había olvidado su palabra de darle descendencia, hacer de él una gran nación en tierra extraña y bajo opresión, y luego el mismo liberarlos con mano fuerte para conducirlo a la tierra prometida.

Dios no podía olvidar aquella noche cuando en medio de una densa oscuridad “cortó el pacto” con Abraham. Cuando por en medio de los animales partidos por la mitad, y separados entre sí, Dios camino solo, comprometiéndose a cumplirle ha hacer aún la parte del pacto que era imposible cumplir para el mismo Abraham. Fue un pacto “diateke”, unilateral. Fue un pacto de gracia en el que Dios mismo supliría lo que Él mismo demanda para cumplirlo. Así que Dios por su poder y para su gloria, le dio un hijo de matrimonio en Sara. Ratificó su pacto a Isaac y a Jacob. Le tomó más de cuatrocientos años en convertir su descendencia en un pueblo de cientos de miles de personas. Y ahora lo libertará de la terrible esclavitud y los sacará rumbo a la tierra prometida.

Dios también le prometió a Abraham bendecir a todas las naciones por medio de su simiente que es Cristo. Y “cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo nacido de mujer, y nacido bajo la ley”, para que redimiese a los que estaban esclavos del pecado. Y en la cruz del Calvario, Cristo camino solo, con su cuerpo molido por nuestros pecados, y derramó su sangre para salvar a todos los que creemos él.

¿Crees en Cristo como tu único y suficiente salvador?

¡Aprenda a Vivir!

Presentado a usted por

www.miltonvillanueva.com

miltonvillanueva@hotmail.com

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