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UN SOLO PLAN: OCULTO, REVELADO, PERO IGNORADO


"Yo, Pablo, estoy preso porque sirvo a Jesucristo, y trabajo por el bien de ustedes, los que no son judíos. 2 Ustedes ya saben que Dios me encargó anunciarles el plan que, gracias a su gran amor, había preparado. 3 Dios me dio a conocer el plan que tenía en secreto, y del cual ya les he escrito brevemente. 4 Si leen lo que escribí, sabrán cómo entiendo ese plan que Dios ha llevado a cabo por medio de Jesucristo. 5 Tal secreto no se les dio a conocer a los que vivieron antes de nosotros; pero ahora, por medio de su Espíritu, Dios se lo ha mostrado a sus santos apóstoles y profetas. 6 Y éste es el plan secreto: por medio de Jesucristo, también los que no son judíos pueden recibir la salvación y las promesas dadas al pueblo de Israel, y formar con Israel un solo pueblo. Todo lo que ustedes tienen que hacer es aceptar esa buena noticia.

7-8 Dios ha sido bueno conmigo, y me ha dado el privilegio de anunciar a los que no son judíos la buena noticia de las bendiciones de Cristo, que son tantas que nadie las puede contar. Esto lo hizo gracias a su gran poder, y a pesar de que no lo merezco, pues soy la persona más insignificante en el pueblo de Dios. 9 También me encargó dar a conocer a todos el cumplimiento de su plan. Dios, creador del universo, mantuvo ese plan en secreto durante siglos. 10 Así, por medio de la iglesia, los ángeles y los espíritus poderosos de los aires sabrán ahora que Dios es sabio en todo. 11 Esto era lo que Dios había planeado desde el principio, y que ha hecho realidad por medio de Jesucristo nuestro Señor. 12 Gracias a Cristo, y porque confiamos en él, tenemos libertad para acercarnos a Dios sin temor. 13 Les ruego, entonces, que no se desanimen por mis sufrimientos, pues esto es más bien un honor para ustedes." (Efesios 3:1-13 TLA)


El plan o misterio que no alcanzaron a ver claramente, ni el pueblo ni los hombres de Dios del Antiguo Testamento es la Iglesia. Es decir, un nuevo pueblo de Dios compuesto tanto por judíos como por no judíos de todas las naciones. La Iglesia no es ni un accidente ni un plan b sino el “edificio construido” conforme a los planos de Dios desarrollados a lo largo de la historia y economía bíblica.

La Iglesia es la expresión gloriosa de esa sabiduría eterna e infinita de Dios. Por medio de Jesucristo, la simiente de Abraham, en quien serían benditas todas las naciones de la tierra, Dios le ha formado una Iglesia internacional. Y todos, tanto judíos como gentiles pasan a formar parte de ella por medio de la sola fe en Cristo solamente. Todos somos ahora: “linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo adquirido por Dios, para anunciar las virtudes de aquel que nos llamó de las tinieblas a su luz admirable” (1 Pedro 2:9).

Hasta aquí, todos estamos de acuerdo. Esto es parte del plan o misterio de Dios revelado a sus apóstoles y profetas del Nuevo Testamento, y de una forma muy especial al apóstol Pablo.

Pero este plan revelado, construido y exhibido por Dios por medio de su Iglesia tiene unas implicaciones, conclusiones y últimas consecuencias que para algunos permanecen ignoradas o no están dispuestos a aceptar:

1. Que si la Iglesia es ese Pueblo de Dios compuesto de judíos y gentiles, ya el rol histórico y separado de Israel como pueblo de Dios del Antiguo Testamento ha terminado. Eso no quiere decir que Israel haya dejado de ser una nación privilegiada históricamente, pero no ya como “nación del pacto”. La Iglesia es el pueblo de Dios del Nuevo Pacto, la cual Cristo amó y entregó su vida por ella (Efesios 5:25). Por lo tanto, seguir pensando obstinadamente en el Israel nacional como pueblo de Dios (Plan A) y la Iglesia como Plan B es ignorar voluntaria o involuntariamente la revelación bíblica en el Nuevo Testamento.

2. Afirmar que la Iglesia será arrebatada al cielo para Dios reanudar su trato con Israel por medio de una Gran Tribulación para lograr su conversión nacional es una abierta contradicción al plan revelado. Ciertamente, desde sus inicios la iglesia era eminentemente judía. Aún durante el ministerio de Pablo a los gentiles, muchos judíos se convertían y formaban parte de la Iglesia. Y durante toda la historia ha habido judíos convertidos a Cristo e integrados a la Iglesia. Hoy día recibimos con gran gozo noticias de judíos convertidos a Cristo. Y no hay por qué dudar que antes de regreso de Cristo haya un avivamiento con una incontable cosecha de judíos convertidos no sólo en Israel sino en todas partes del mundo. Y, ¡hasta que lleguen a ser instrumentos valiosos en la proclamación del Evangelio! Y por qué no, ¡Mártires cristianos! Pero, no, ni nunca aparte de la Iglesia porque sería una contradicción al plan o misterio revelado a los apóstoles y profetas del Nuevo Testamento.

3. Pensar o insistir en la restauración de Israel como pueblo de Dios, y ver la Iglesia como un paréntesis que se cerrará, es casi un insulto a la gloriosa y multiforme sabiduría de Dios revelada en la Iglesia.

4. Pensar e insistir en que habrá un arrebatamiento de la Iglesia para Dios salvar a Israel es ignorar voluntaria o involuntariamente que cuando Cristo regrese por su Iglesia, las puertas del Arca de Salvación se cerrarán para siempre.

5. La fe bíblica y el cristianismo histórico enseñan claramente que cuando Cristo regrese de una sola vez y para siempre, habrá la resurrección de los muertos, el juicio final y el estado eterno. No hay forma ni de segundas oportunidades ni de tratos especiales para salvación después que se haya acabado este largo y prolongado tiempo de misericordia, según 2 Pedro 3:8-14.

6. Como este es el Plan Eterno, El Misterio que antes estaba escondido en el Antiguo Testamento pero que ahora ha sido revelado a los santos Apóstoles y Profetas del Nuevo Testamento; y como es Eterno, Final, Firme e Inalterable, te invito a revisar tu escatología y a acomodar todos los detalles que entiendas y no entiendas, dentro de este modelo, y no inventes ni atentes contra Sus perfecciones.

Finalmente, ora por la conversión de Israel y de los judíos dispersos por todo el mundo. Supongo que traerás gozo al corazón del Señor Jesucristo, El León de Judá, tanto o mayor como la que yo siento cuando hay gente orando por la conversión de mi país, Puerto Rico, y de los puertorriqueños que estamos regados por todo el mundo. Yo que he visto en mi larga vida, como Dios ha enviado tiempos de providenciales de evangelización a países de nuestra América, soy testigo de que “para Dios no hay nada imposible.”

Y como un punto de referencia mayor a este mi granito de arena en esta invitación a reflexionar y reconsiderar acerca de la escatología bíblica, te invito a leer íntegramente: El Pueblo de Dios, la Tierra de Israel y la Imparcialidad del Evangelio. Original en inglés

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