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No es lo mismo



Posiblemente la tarea más importante de la iglesia (hacer discípulos) sea la más antipática para muchas iglesias y creyentes en particular. Y es que después de haber abierto un mercado de una “iglesia exitosa” como una que tiene -un buen templo, luces de espectáculo, buen sonido, un buen director musical, un buen grupo de “alabanza y adoración”, un pastor ameno y entretenido, y la capacidad económica para invitar a la “última coca cola del desierto” que esté de moda - ¿A QUIÉN LE VA A INTERESAR HACER DISCÍPULOS, QUE NO TIENE, QUE NO ES, NI DEPENDE DE NINGUNA DE LAS ANTERIORES? Y, que además, se da en círculos más pequeños, familiares y personales que nunca nos nominarán “al salón de la fama” eclesiástica en nuestros días.


Pero como dice el refranero: “No hay que confundir gordura con hinchazón.” “Ni hay que confundir la gimnasia con la magnesia.” Y yo añado, “No hay que confundir un edificio con una ferretería.”


Mientras sigamos confundiendo “una iglesia que hace discípulos”, en el sentido bíblico de la palabra, con el estereotipo de lo que es “una iglesia exitosa”, no esperemos mejores días para la iglesia, a menos que la buena mano de Dios nos “saque o disperse” de nuestra “cómoda Jerusalén” para hacer discípulos mientras vamos por el camino.

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