Soy deudor
Mañana y Tarde de Charles H. Spurgeon
3 de Febrero - Meditación de la Mañana
«Así que, hermanos, deudores somos.» (Romanos 8:12)
Como criaturas de Dios, todos somos deudores de Él: debemos pues, obedecerlo con toda nuestra alma y con toda nuestra fuerza. Todos hemos quebrantado Sus mandamientos: por lo tanto somos deudores de Su justicia, y Le debemos una suma tan crecida que nos es imposible pagarla. Pero del cristiano se puede decir que no debe nada a la justicia de Dios, porque Cristo pagó la deuda que Su pueblo tenía: por esta razón, el creyente es deudor para con Su amor. Soy deudor de la gracia y la misericordia perdonadora de Dios: pero no soy deudor de Su justicia, porque Él nunca me acusará de una deuda ya pagada. Cristo dijo: «¡Consumado es!» Por esto Él quiso decir que cualquiera que sea lo que Su pueblo debía, fue barrido para siempre del libro del recuerdo. Cristo ha satisfecho enteramente la justicia divina: la cuenta quedó saldada, «el acta que había contra nosotros fue clavada en la cruz»; el recibo fue entregado, y ya no somos más deudores de la justicia de Dios. Pero por el mismo hecho de que no somos deudores de la justicia de Dios, nos convertimos en deudores de Dios diez veces más de lo que debería haber sido de otra manera. Oh cristiano, haz una pausa y reflexiona por un momento. ¡Cuán deudor eres de la soberanía divina! Cuánto debes a Su desinteresado amor, porque Él dio a Su propio Hijo para que pudiera morir por ti. Considera cuánto debes a Su gracia redentora, porque aun después de diez mil afrentas, Él continúa amándote infinitamente como siempre. Considera lo que le debes a Su inmutabilidad: a pesar de que has cambiado una y mil veces, Él no ha cambiado ni una vez. Considera lo que le debes a Su poder; cómo te resucitó de la muerte del pecado; cómo ha preservado tu vida espiritual; cómo te ha librado de caer; y cómo, a pesar de que un millar de enemigos han rodeado tu senda, has sido capaz de mantenerte en tu camino. Estás profundamente en deuda para con todos los atributos de Dios, tanto como puedas estarlo. Tú mismo te debes a Dios, y todo lo que posees le pertenece a Él: ofrécele tu vida «en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es tu culto racional.» [Traducción al español por Cyberspace Ministry. Todos los derechos reservados.]
Charles Haddon Spurgeon (1834-1892) fue uno de los predicadores más reconocidos de la segunda parte del siglo XIX. Los numerosos escritos de Spurgeon, así como sus sermones brillantes siguen siendo ampliamente publicados hoy, mostrando su importancia a través del tiempo. Su obra clásica Mañana y Tarde sigue siendo, aún hoy, uno de los libros más populares de devociones diarias.