¡Ni ver para creer, ni creer en todo lo que se ve!
Recientemente fui testigo de todo, bueno... no exactamente de todo, lo que se puede hacer con una fotografía sometiéndola a una "aplicación": desde mejorar, intercambiar caras, desfigurar, envejecer, rejuvenecer, etc., etc., etc.; que llegué a la conclusión de que si bien no procede de fe "ver para creer", hoy día es todavía peor "creer en todo lo que uno ve".